el blog de un dinosaurio rosarino que escribe novelas disfuncionales, salvajes e imposibles de conseguir

Friday, October 01, 2004

Duncan

¡Amable público! Yo tampoco dormía.
Yo miraba la faz sin rostro de la muerte
en los ojos del varón que más amé.
Él me mataba: hacía de mí, del rey,
budín de carne, merca de peniques.
Lesas humanidad e investidura,
chancho en el matadero,
me fui bajo el cuchillo indiferente.
Desee Zeus que nunca se vaya de mi sangre
su nombre; ni mi sangre de sus manos.
Vengada quede, si no su traición
al menos esta vergüenza.


Beatriz Vignoli, Soliloquios