A pedido del público, vuelve...
Creer ciegamente en la posteridad es como creer en el más allá. Son consuelos pobres, y lo peor de todo es que dependen de algo que no se puede demostrar. Cuántos habrá que por comodidad o cobardía prefieren confiar en ese Otro que los rescatará cuando estén muertos. Se evitan así la penuria de luchar por un espacio propio en esta vida. Con una gran ventaja para sus enemigos: no los molestan. Les dejan el terreno libre. Total, Dios o la Historia harán justicia.
Pero la justicia divina no existe.
No que yo sepa. Y ante la duda...
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