Goodbye, hello
Hay errores que lo cuestan todo.
Es como eso que decía un premio Nobel de Física: el aleteo de una mariposa en Japón produce un huracán en la China.
Herir la sensibilidad y los afectos de un poeta (me refiero a la sensibilidad AJENA) es algo parecido. Cualquiera puede fundar una secta terrorista en un momento de distracción y poco sueño. O perder diez amigos por una palabra mal publicada. Si te pasa con la compu, llamás al técnico. Pero no existe ninguna fundación de asistencia en catástrofes que nos ayude a pulsar "Contrl + Z" y deshacer lo mal hecho en casos de desastre causados por error humano.
Y si existe, no tengo el teléfono.
Pero no me voy a empezar a dar manija como Tom Cruise en Nacido el 4 de Julio. Ya pisamos el booby trap, ya saltó todo en pedazos. Lo real es así -me digo-. No tenés el control. Y no podés cambiar de canal. Sos torpe -me digo-, qué le vas a hacer. Sos como Homero Simpson en la central atómica, un argentosaurio en un bazar. Pero ya te pasó otras veces y sobreviviste. Tratá de no sufrir, de no pensar, de seguir adelante. Mientras tanto hay que afrontar la situación. Parar la hemorragia. Salvar lo que se pueda...
Basta de metáforas.
En la sección de comentarios de mi post del 11 de octubre, titulado "Sin llaves y a oscuras", cometí un error.
Donde dice (decía):
"En el Diario de Poesía me rebotaron una reseña de(l libro de Fabián Casas) Oda"
debería decir:
"En el número pasado del Diario de Poesía tenían tres reseñas mías, y de las tres decidieron postergar la del libro de Casas para el número siguiente porque en ese mismo número había una reseña hecha por Fabián, y se había convenido en que en un mismo número no se iban a comentar libros de un autor cuando ahí mismo aparece su nombre firmando una bibliográfica. O quitaban el comentario a Casas o el de Casas, y de Casas tenían uno solo pero míos, tres".
Me lo acaban de explicar.
Pido disculpas a los damnificados y espero con esto salvaguardar el buen nombre del Diario de Poesía.
Aclaro además que no me encuentro en ninguna guerra, personal ni profesional, militar ni civil, consciente ni inconsciente, animal ni vegetal, ni de ninguna otra índole, contra el poeta Fabián Casas.
Si no posteo mi reseña bibliográfica de su libro como había sugerido en ese mismo comentario, no es por cobardía sino porque mi única copia rápidamente accesible de la misma quedó guardada -junto con varios libros míos- en un equipo que vendí a una persona de confianza. Me mando esas cagadas con MIS cosas... Estoy hasta las manos.
Lo lamento.
Y bueno, supongo que esto es un adiós.
No hard feelings.
Adiós...
¿Adiós?
No, nada de adiós. Que sea un simple hasta luego. Quiero irme de la política de la poesía, para quedarme con la poesía solamente. Y con algunos de sus autores que me resultan queribles y me son queridos. Dejar atrás todo intento de conservar el poder, para preservar los afectos. Es decir, ese afecto íntimo y distante que se produce entre quien escribe y quien lee. Como decíamos con un amigo: sí al placer, no al goce. Quiero tomar distancia de las luchas "intestinales" (Luc dixit) para que las revistas de poesía vuelvan a ser lo que fueron siempre: un respiradero, un alimento. Quisiera irme de todas (ya enviaré los correos personales a quienes corresponda) para dejar en claro que no soy el enemigo de nadie. Pero, sobre todo, quiero dejar de lastimar gente sin querer. Mi deseo era escribir, no entrar en guerra. No disputo más espacios: tengo el mío propio. Aviso lo siguiente para que deje de considerárseme una amenaza: a partir de hoy soy una traductora que escribe poesía en sus ratos libres. Mis ratos libres suman unos cuantos años de desempleo. Durante los cuales escribí sin parar. Y molesté a bastante gente. Y lo lamento. Bueno, eso se terminó.
Leámonos.
Es lo que importa.
Lo demás es "vanidad y atrapar vientos".
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