gana la casa
La otra noche, mientras contemplaba todo ese desperdicio de inteligencia y pasión de los jugadores de cartas en Rounders, no podía dejar de pensar en ese desperdicio de inteligencia y pasión que cunde entre los poetas profesionales argentinos. Estaba todo: la leyenda viviente, los distintos estilos, las mesas de entendidos, los canjes de favores y las mañas para reventar al colega, para matarlo.
Según Edward Norton, en el póker hay tres clases de jugadores: el de la impasible cara de póker, el de modales amables o "nice" (a veces hay una relación inversa entre su amabilidad y su saña), y el tramposo irredento, el que siempre tiene un as en la manga.
En poesía también.
"Turista": en una mesa de póker, el boludo que va a ser prolijamente esquilmado antes del amanecer y se lo va a atribuir a la mala suerte, no a las malas artes. Y mejor que no sospeche nada. O lo tildarán de paranoico.
Lo que se les escapa a los "professionals" es que todos esos giles son alguien en el mundo. Son profesores universitarios, comerciantes, profesionales de verdad, gente que hizo y que hace algo. Quizás trabajen al pedo, pero hacen algo. En cambio los apasionados jugadores solamente son Gardel (o Borges) entre ellos, en su pequeño circuito nocturno lleno de humo de cigarrillos y contraseñas de una jerga para iniciados. Puede ser que tenga más sentido su quehacer que el de los otros, pero habitan una galaxia cerrada donde siempre parecen ser demasiados y sobrar alguno, aunque sean cuatro gatos.
Como en las familias endógamas, sólo se trata de gente acorralada.
<< Home